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La depresión se asocia a mayor mortalidad por insuficiencia cardiaca

En el marco del ESC Congress 2014 se presenta un estudio llevado a cabo en Alemania que concluye que casi un 30% de los pacientes con insuficiencia cardiaca (IC) tiene depresión. De estos, un 26,9% fallece a causa de la enfermedad cardiovascular subyacente a los 18 meses de seguimiento.  Este hallazgo confirma el mal pronóstico de un diagnóstico de depresión en pacientes con IC

La relación entre el estado depresivo y la IC se da por distintos motivos: por aspectos fisiopatológicos relacionados con el estado inflamatorio que acompaña a la IC, a causa de la medicación y por aspectos psicológicos derivados de la pérdida de calidad de vida

Los expertos apuntan a que las unidades multidisciplinares de IC con enfermeras, psiquiatras y psicólogos son el camino para diagnosticar y tratar correctamente a estos pacientes

Durante el ESC Congress 2014, el más importante del mundo en materia cardiovascular, también se han presentado estudios en relación a la reanimación cardiopulmonar. Según un estudio llevado a cabo por distintas universidades de Japón las personas que sufren un paro cardiaco con una temperatura ambiental elevada tienen una mejor recuperación neurológica a los 30 días del evento cardiaco. A pesar de esta relación, aun no se ha determinado los mecanismos por los que la temperatura influye la recuperación del paciente. Es por ello que los autores consideran necesario el desarrollo de otros estudios en este ámbito

Un 40% de las defunciones causadas por infartos se producen en invierno ya que el frío provoca un efecto vasoconstrictor en las venas y arterias del sistema cardiovascular facilitando su obstrucción y la aparición de la angina de pecho o el infarto

Barcelona, 31 de agosto de 2014. Los pacientes que sufren insuficiencia cardiaca (IC) y además presentan un estado de ánimo depresivo tienen peor pronóstico y más probabilidad de morir a causa de la enfermedad cardiaca, especialmente aquellos que tienen un historial de depresión y que no reciben tratamiento farmacológico.
Estas son las conclusiones a las que llegan los autores alemanes que han presentado un estudioi en el marco del ESC Congress 2014 que tiene lugar desde ayer sábado y hasta el próximo viernes en Fira de Barcelona (recinto Gran Vía).

Los investigadores analizaron a 864 pacientes con IC para determinar la relación entre la enfermedad cardiovascular y la depresión así como la prevalencia de muerte en cada subgrupo de pacientes. El 29% de los pacientes sufría depresión mientras que un 71% no presentaba cuadros depresivos.

Tras el análisis de los datos se determinó que murió el 26,9% de los pacientes que presentaban un cuadro depresivo, en cambio solo falleció el 13,6% de los que no sufrían depresión.

El Dr. Nicolás Manito,  presidente de la Sección de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante de la Sociedad Española de Cardiología y jefe de Sección del Servicio de Cardiología del Hospital Universitari de Bellvitge, afirma que, “existen varios motivos por los cuales la enfermedad cardiovascular puede relacionarse con estados depresivos. En primer lugar, la insuficiencia cardiaca es una enfermedad inflamatoria con gran hiperactividad neurohormonal  en la que se produce una liberación de sustancias proinflamatorias las cuales pueden desencadenar a nivel cerebral trastornos que favorecen estados depresivos. En segundo lugar, los propios fármacos para la IC, especialmente los que bloquean la actividad adrenérgica como los betabloqueantes,  facilitan la aparición de síntomas depresivos. Y en último lugar, existe un importante componente psicológico a causa de la alteración y la pérdida de calidad de vida provocada por la enfermedad”.

Los investigadores han llegado a la conclusión de que la depresión es frecuente entre los pacientes de IC, poco diagnosticada y raramente tratada. El Dr. Nicolás Manito insiste en que, “a menudo es complicado determinar qué pacientes sufren un cuadro depresivo. Es por ello que es imprescindible que existan especialistas que ayuden a diferenciar la parte exclusivamente física de la enfermedad cardíaca de los aspectos psicológicos. Por suerte, y cada vez más, se crean equipos.

multidisciplinares de insuficiencia cardíaca que incluyen enfermeras, psicólogos y psiquiatras que ayudan a detectar, dar soporte psicológico y tratar la depresión”.

Por último, el Dr. Manito recalca que, “hasta la fecha, la depresión así como otros aspectos psicológicos no han sido contemplados en el tratamiento del paciente con IC. Además, cabe destacar que es muy importante que el enfermo cumpla correctamente el tratamiento prescrito, tomando la medicación, llevando a cabo un cambio de hábitos y acudiendo periódicamente a los controles clínicos que se le han indicado.
Son precisamente los pacientes con depresión los que dejan de tomar la medicación con más frecuencia o acuden menos a los controles programados. Por ello, es imprescindible detectar y tratar adecuadamente la patología”, y añade que, “el corazón debe ser tratado como el centro de una enfermedad que puede afectar a muchos órganos y que, desgraciadamente, hoy es una de las epidemias del siglo XXI. Por otro lado, la depresión también es otra epidemia del siglo XXI y esta relación entre ambas enfermedades pone en evidencia la necesidades de unidades multidisciplinares para el manejo de estos enfermos”.

Temperatura ambiental y recuperación neurológica tras el infarto

Durante el ESC Congress 2014 también se han dado a conocer otros estudios relacionados con la reanimación cardiopulmonar (RCP), entre ellos el que se ha realizado colaborativamente entre distintas universidades y centros de Japónii y según el cual existe una relación directa entre la temperatura ambiental en el momento en que una persona padece un paro cardiaco y la evolución neurológica de estos pacientes.

El estudio “Ambient temperature at the onset of out-of-hospital  cardiac arrest affects neurological outcome after one month”, ha analizado a más de 240.000 pacientes mayores de 18 años que sufrieron un paro cardiaco entre enero de 2005 y diciembre de 2010. Así, se estudió si los factores ambientales como la temperatura ambiental, la presión atmosférica, la humedad y las horas de luz solar obtenidas de la Agencia Meteorológica Estatal en la hora en la que se produjo el paro cardiaco influían en el estado neurológico del paciente a los 30 días de haber sufrido un paro cardiaco.

Tras el análisis de los datos, los investigadores observaron que los pacientes que sufrían el paro cardiaco a una temperatura ambiental mayor, es decir cuando hace más calor,  tenían un mejor estado neurológico transcurrido un mes del paro cardiaco.

El Dr. Manel Sabaté, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínic de Barcelona,  recalca que, “aunque estos hallazgos relacionan la temperatura y la recuperación neuronal, los autores consideran que es necesario desarrollar más estudios prospectivos para determinar exactamente cómo influye la temperatura ambiental en la temperatura del propio cuerpo  y la recuperación neurológica de los pacientes que sobreviven al paro cardiaco”.

Cabe destacar que estudios anteriores ya apuntaban la existencia de una variación elevada de muertes por infarto agudo de miocardio (IAM) según la estación del año en la que se producen. Dilaveris et at. analizaron las muertes por IAM durante el 2001 en la ciudad de Atenas y observaron que las muertes en invierno eran un 31,8% superiores que las producidas en verano. Por su parte, otro estudio publicado en Journal of the American College y llevado a cabo en Minnesota concluía que existe un aumento de más de un 16% del riesgo de padecer muerte súbita cardiaca en invierno.

El Dr. Manel Sabaté explica que, “normalmente ocurren más paros cardiacos en invierno. Una de las explicaciones a este hecho es que el frío es vasoconstrictor y puede facilitar la obstrucción de las arterias desencadenando la angina de pecho o el infarto. Es más, existe un tipo de angina relacionada directamente con el frío llamada angina a frigore ya que, con el frío,  el paciente tiene dolor de pecho y luego, tras entrar en calor, este dolor desaparece. Por el contrario,  en verano el infarto suele ir más relacionado con la bajada de la presión arterial y la deshidratación. Así, los desencadenantes de los infartos son diferentes según la época del año”, y recalca que, “numéricamente se dan con menos frecuencia en verano”.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2012 hubo en España un  total de 17.644 defunciones por infarto de miocardio. De éstas, el 40% (7.083) se produjeron en los meses de invierno (de diciembre a marzo), mientras que en verano (de junio a setiembre) se produjeron tan solo un 28% (4.975).

Más información sobre las ruedas de prensa internacionales del ESC Congress 2014 aquí

Acerca de la European Society of Cardiology
La ESC representa más de 80.000 cardiólogos profesionales en toda Europa y el Mediterráneo. Su misión es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos europeos a través del cuidado cardiovascular, que promociona a través de distintas actividades científicas y didácticas que incluyen: directrices para la práctica clínica, cursos e iniciativas educativas, encuestas pan-europeas acerca de patologías específicas y el Congreso Anual de la ESC, el mayor encuentro médico en Europa.

Además, la ESC realiza tareas de divulgación para la población europea con el objetivo de promocionar el cuidado cardiovascular y establecer hábitos que prevengan el riesgo cardiovascular.

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