El inquietante sonido del silbido azteca: entre rituales sacrificiales, simbolismo ancestral e impactos neurocientíficos.
El silbato de la muerte azteca es un objeto que encarna misterio y terror. Con su sonido inquietante, que recuerda a un grito o silbido escalofriante, y su diseño inspirado en una calavera, este antiguo instrumento evoca sugerencias que van más allá de la simple apariencia.
Sin embargo, estudios neurocientíficos recientes sugieren que su efecto va mucho más allá del nivel superficial. Un equipo de investigadores suizos y noruegos ha demostrado que escuchar el sonido del silbato activa los centros cerebrales superiores. Esto indica que su impacto es una mezcla compleja de sensaciones naturales y artificiales, que fascina y perturba al mismo tiempo.
Un sonido lleno de significados rituales y simbólicos
Los aztecas utilizaban estos silbatos principalmente durante rituales religiosos y sacrificios humanos. Se especula que los terroríficos sonidos pretendían representar vientos que pasaban por el inframundo o simbolizar al dios del viento Ehecatl , vinculado a los mitos de la creación y la transición entre la vida y la muerte. Algunos sugieren que el sonido también se usó para intimidar a los enemigos en la batalla, aunque falta evidencia arqueológica que vincule los silbatos con contextos de guerra.
Se han encontrado muchos ejemplos de estos instrumentos, que datan del período comprendido entre 1250 y 1521 d.C., en tumbas rituales, a menudo junto a restos de sacrificios humanos. Esto fortalece la hipótesis de su uso simbólico , profundamente vinculado al culto a los muertos y al mundo espiritual.
Un estudio científico sobre el sonido del terror
El neurocientífico Sascha Frühholz de la Universidad de Zurich y su equipo llevaron a cabo un estudio innovador con esta herramienta. Setenta voluntarios europeos participaron en pruebas psicoacústicas, escuchando una variedad de sonidos que incluían silbatos mortuorios. Los participantes no fueron informados con antelación de la presencia de estos sonidos particulares, para evitar sesgos en sus reacciones.
Entre 32 participantes sometidos a imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI), los silbidos de muerte activaron áreas del cerebro involucradas en la percepción de sonidos aversivos, como el llanto de un bebé o un llanto de alarma. Además, se activaron regiones cerebrales de orden superior, como la corteza frontal medial e inferior, responsables de la clasificación compleja y el procesamiento asociativo.
Un sonido que desafía las categorías
Los voluntarios describieron los silbidos de muerte como una mezcla inquietante de natural y artificial, lo que dificultaba que el cerebro los categorizara. Esta ambigüedad provoca una sensación inquietante, similar al fenómeno del valle inquietante , que ocurre cuando algo no puede definirse claramente como humano o artificial.
Además, los sonidos se han colocado en una categoría acústica única, cercana a la de alarmas como sirenas y bocinas , pero también a los ruidos humanos que evocan miedo, dolor y tristeza.
Un puente entre el mito y la neurociencia
El estudio confirma que los silbatos mortuorios no eran simples instrumentos musicales, sino dispositivos capaces de generar emociones profundas y transmitir significados simbólicos vinculados a la cultura azteca. Sus sonidos, aterradores y ambiguos, representaban un puente entre el mundo terrenal y el reino espiritual, un recordatorio del misterio de la vida y la muerte.
Estos instrumentos antiguos continúan inspirando curiosidad y asombro, recordándonos la complejidad de las civilizaciones que los crearon y el poder evocador del sonido para moldear nuestras percepciones y creencias.