La Cepal considera que la situación «podría exacerbarse», al acrecentar las desigualdades de género existentes.
Los números son claros: en los próximos 25 años, la población de personas de 65 años y más se duplicará, al pasar de 9,9 % al 18,9 % en América Latina. Esos datos suponen que habrá 138 millones de habitantes en ese rango de edad en 2050, lo que implica un reto con varias aristas para la región.
Así lo deja ver el más reciente informe de Panorama Social elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el que destaca un capítulo entero dedicado a la crisis de los cuidados que se avizora en el mediano plazo.
«La persistente crisis de los cuidados se caracteriza por una demanda creciente que supera ampliamente el número de personas, servicios e infraestructura para cuidar, y altos niveles de desigualdad estructural que afectan de manera desproporcionada a las mujeres», precisa el informe.
Los datos proyectan que para 2050 habrá un incremento considerable en el número de personas de 80 años o más en la región, lo que evidencia que hay un nivel de envejecimiento acelerado que tendrá consecuencias en la demanda de cuidados y protección social en la tercera edad.
Por este motivo, la Cepal insiste en la necesidad de «avanzar hacia sistemas de protección social universales, integrales, sostenibles y resilientes», en una región donde actualmente uno de cada tres hogares en el quintil de menores ingresos carece de ayudas o solo obtiene subsidios «insuficientes para superar la pobreza».
Claves de una crisis
El envejecimiento de la población podría significar también un lastre para las mujeres, que actualmente sufren la lacra de la desigualdad estructural y que han sido las que históricamente cargan sobre sus hombros el peso de los cuidados de los niños, niñas y personas mayores.
Aunado a eso, las mujeres asumen la mayor parte del trabajo no remunerado en el hogar, una situación que se agrava aún más en contextos de vulnerabilidad o exclusión, como en el ámbito rural, en las comunidades indígenas o entre poblaciones migrantes.
En el caos de las mujeres migrantes, además, estas cumplen un rol vital en las «cadenas mundiales de cuidados» de las infancias o de personas adultas mayores, pese a que la mayoría trabaja en condiciones precarias y sin reconocimiento.
La Cepal propone que se invierta en políticas que amplíen los derechos para las personas que brindan y que necesitan cuidados, lo que permita a su vez dotar de mayor participación de las mujeres en el ámbito laboral.
En paralelo, se plantea un sistema de cuidados «sostenible», en las que se faciliten herramientas y servicios para todas las personas, en especial para los mayores, que incluyan salud, protección social, medidas de capacitación y regulación.