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¿Qué clase de mundo es un mundo sin personas con síndrome de Down?

Cualquier sociedad que quiera sobrevivir debe cuidar de sus miembros más débiles y vulnerables.

En octubre, la BBC emitió un documental increíble y revelador: Un mundo sin síndrome de Down, presentado por Sally Phillips, actriz de comedia conocida por sus papeles en las películas Bridget Jones y Miranda. Sally es cristiana, y su hijo mayor, Olly, tiene síndrome de Down.
El documental puso de relieve cómo sería el mundo sin Dios. O para ser más exactos, cómo sería el mundo occidental sin Dios. Demostró que la mayor parte de la comunidad médica piensa que no vale vivir la vida de las personas con síndrome de Down, y por lo tanto presionan a las mujeres para que aborten. También demostró que vivimos en una sociedad en la que, cada vez más, apartamos a los débiles, a los vulnerables y a los que consideramos una “carga”. Se citó el ejemplo de Islandia, donde el 100% de los niños con síndrome de Down son asesinados en el vientre de sus madres.
El programa demostró que la diosa de la elección es la religión de nuestras élites políticas y culturales hoy en día. También dejó claro que existe una considerable presión para que la gente tome la que los profesionales consideran que es la decisión “correcta”. Una mujer incluso argumentó que abortar a las 25 semanas era “lo mejor para su bebé”.
Al final del documental, Phillips hace esta pertinente pregunta: “tener más opciones no conduce a una mayor felicidad. ¿Acaso el poder de elección es tan bueno como dice todo el mundo? ¿Dónde van a llevarnos todas estas decisiones individuales? ¿Cómo será el mundo en el que vivirá Olly cuando tenga mi edad?… Si nos dirigimos hacia un mundo en el que cada vez tenemos más poder de elección sobre quién nace y quién no, ese tema requiere una honda reflexión.”
Reflexionemos entonces. ¿Qué clase de mundo estamos creando con esta diosa de la elección? ¿Cómo es este mundo sin Dios?
Es un mundo en el que los libertarios de derechas y los liberales intolerantes se unen para defender un dogma: la humanidad es Dios, y la libertad de elección es el único absoluto. Cuando The Guardian y Katie Hopkins del Daily Mail están de acuerdo en algo, sabes que algo fundamental y fundacional de nuestra sociedad está en riesgo.
The Guardian dice que el derecho de la mujer a terminar su embarazo no es negociable. ¿Por qué? ¿Por qué es esto una parte fundamental del credo liberal? ¿Es correcto abortar porque un bebé vaya a ser pelirrojo? ¿Porque sea niña? ¿O negro? ¿Qué pasa si su cociente intelectual no es suficiente? Después de todo, el derecho a elegir matar a tu propio bebé “no es negociable”. Y ¿cuál es exactamente la razón para detenerse en los niños no natos? ¿Por qué no tiene derecho la madre a matar a sus hijos una vez fuera de su vientre si no pueden hacer frente a la situación? ¿O si la vida del niño va a ser una carga? ¿O si les altera demasiado?
Luego interviene Hopkins, la misma columnista que ha llamado a los inmigrantes y refugiados “bichos y cucarachas”. Dice lo siguiente: “negar la realidad de que dar a luz a un niño con una discapacidad severa puede impedirte vivir tu propia vida es extremadamente cobarde”. Este ejemplo de palabrerío postmoderno es difícil de superar. Lo más importante para las Katie Hopkins de este mundo es que debes poder vivir tu propia vida, y cualquiera que lo niegue es “cobarde en extremo”.

Una vez más, deténgase y piense en lo que eso significa. Mi esposa y yo tenemos tres hijos. Cada uno de ellos ha significado que no hemos sido capaces de vivir nuestras vidas como nos habría apetecido. El amor tiene responsabilidades. No podíamos dormir, comer, beber, jugar, trabajar o irnos de vacaciones como habríamos querido, porque nuestras vidas estaban intrínsecamente vinculadas a otros. Es irrelevante si tienen síndrome de Down o no. Matar niños porque son incómodos y limitan nuestra capacidad para vivir nuestras vidas como queremos es una de las doctrinas más bárbaras conocidas por la humanidad.

 

 

 

UN MUNDO DONDE EL AMOR SE DEJA DE LADO

 

Cuando entrevistaron al genetista George Church (profesor de genética en Harvard) para el documental, este declaró que la ciencia no tiene ninguna moralidad y que puedes hacer lo que quieras con ella. Señaló que la ética cambia de año en año. Y en el contexto de un mundo ateo tiene razón. La ciencia es amoral y puede ser utilizada por los ricos y poderosos según les plazca. Igual que la moralidad. En un mundo sin absolutos excepto los de los poderes políticos, un estado (o empresa) absolutista puede establecer las reglas y la moral. Todas. No hay distribución de poderes. El fascismo/comunismo corporativo sin Cristo es el triunfo final del secularismo at

UN MUNDO DONDE ALGUNAS VIDAS IMPORTAN MÁS QUE OTRAS

Este es un mundo donde la igualdad y la diversidad son fragmentos políticos utilizados por aquellos que raramente los practican y piensan que las vidas de algunas personas valen menos que las de otras. Un mundo en el que los dibujantes franceses importan más que los refugiados de Siria. Un mundo en el que será mejor que las personas con discapacidad, los ancianos, los nonatos, los pobres y los enfermos se anden con cuidado.

Por supuesto, la humanidad ya ha probado esto antes. Mao y su “revolución cultural”, Stalin y sus súper rusos y Hitler y su raza aria eran todos darwinistas sociales ateos que creían que la “ciencia”, la genética y la eugenesia podían contribuir al perfeccionamiento de la humanidad.

En el Oeste podría haber pasado lo mismo. “Liberales” como H.G Wells argumentaron que, por el bien de la raza humana, los que tenían “defectos” como el síndrome de Down no eran los únicos que tendrían que desaparecer, sino también los chinos y los africanos. Otros como Bill Hamilton (mentor de Richard Dawkins) creían que había que separar a los inútiles y a los débiles. Hamilton abogó por un programa radical de infanticidio, eugenesia y eutanasia. Declaró que las gafas eran un símbolo de decadencia, que lloraría más por la muerte de un panda gigante que por la muerte de 100 chinos, y que los discapacitados deberían ser matados al nacer.

La eugenesia y la eutanasia fueron extremadamente populares entre las élites occidentales, así que ¿por qué no hemos sucumbido a sus redes hasta esta generación? Creo que hay dos razones: los nazis/estalinistas/maoístas, que nos mostraron a dónde conduce un pensamiento “progresista” así, y el cristianismo, que actuaba como freno. Con el paso de la historia, olvidamos a los primeros. Con el debilitamiento de los efectos del cristianismo en la conciencia colectiva, ahora se le abre la puerta a la posibilidad de intentarlo una segunda vez.

UN MUNDO DONDE REINA LA AUTONOMÍA PERSONAL

Los libertarios de derechas y los liberales iliberales comparten el mismo credo. Ellos son dioses y lo único que importa es la elección personal. ¿No quieres soportar la “carga” de un niño? Mátalo. ¿No te gusta tu esposa o esposo? Divórciate. ¿No te gustan tus hijos? Abandónalos. ¿No te gusta su país? Habla mal de él. ¿No te gusta tu sexo? Cámbialo. ¿No te gusta tu vida? Suicídate. Sólo importas tú, tu comodidad y tus opciones. Todo lo demás es opcional, flexible y dependiente.

La autonomía humana (que traducido significa “divinidad humana”) es la quintaesencia de la sociedad atea. El único problema es que en un mundo así, no sólo perdemos a Dios, sino que también perdemos nuestra humanidad. Lo más inhumano que podemos hacer es convertir a la elección humana en el árbitro absoluto de todo lo que es bueno y hermoso.

Esta es una doctrina de demonios, procedente del mismo infierno. Es la mentira original del diablo, que busca destruir toda buena creación de Dios, y sobre todo la parte que Dios calificó como “buena en gran manera”: la parte hecha a su imagen. El padre de mentiras nos susurra al oído la mentira más grande de todas: “seréis como Dios”. Si le hacemos caso, estamos condenados

Traudl Junge, secretaria de Hitler, nos da una visión fascinante de adónde lleva todo esto. “Tuvimos interesantes debates acerca de la iglesia y el desarrollo de la raza humana. A lo mejor es un poco excesivo llamarlos debates, porque él (Hitler) empezaba a explicar sus ideas cuando se enfadaba por alguna pregunta o comentario nuestro, y nosotros lo único que hacíamos era escuchar. No pertenecía a ninguna iglesia y creía que las religiones cristianas eran instituciones anticuadas e hipócritas que intentaban atraer a las personas. Su religión eran las leyes de la naturaleza. Podía reconciliar mejor su dogma de violencia con la naturaleza que con la doctrina cristiana de amar a tu prójimo y a tu enemigo”.

“Dijo una vez que ‘la ciencia aún no ha aclarado los orígenes de la humanidad. Probablemente somos la última fase de la evolución de algún mamífero que evolucionó de los reptiles y después evolucionó en ser humano, tal vez pasando por los monos. Somos parte de la creación e hijos de la naturaleza, y se nos aplican las mismas leyes que a todas las criaturas vivientes. Y en la naturaleza, la ley de la lucha por la supervivencia ha reinado desde el principio. Todo aquello que sea débil o incapaz de sobrevivir es eliminado. Sólo la humanidad, y sobre todo la iglesia, han convertido en su objetivo el mantener vivos a los débiles, a aquellos no aptos para vivir y las personas inferiores’”. (Hasta el último momento)

Así que sí, me indigna el camino grotesco y aciago que está tomando nuestra sociedad. Pero ni estoy abatido ni me rendiré. Nuestro objetivo es mantener vivos a los débiles, a los no aptos para vivir y a la gente de una clase “inferior”.

CORRA LA VOZ

Una de las declaraciones que se hicieron en el documental de la BBC nos da una gran pista sobre el camino que debemos seguir. “Si quiere inculcar ciertos valores, corra la voz de que estas personas son miembros valiosos de la sociedad…”.

Tenemos que correr la voz. Todos los seres humanos están hechos a imagen de Dios. Todos tienen derecho vivir. Todas las vidas importan. Cualquier sociedad que quiera sobrevivir debe reconocer estos hechos y cuidar de sus miembros más débiles y vulnerables. Todas las sociedades necesitan darse cuenta de que la justicia engrandece a una nación y de que todos somos pecadores. Y todos los individuos de una sociedad necesitan reconocer que como seres humanos hemos caído y somos pecadores. Si no cambiamos a mejor como individuos, la sociedad tampoco cambiará a mejor. Si no se restaura la imagen de Dios en todo su esplendor, estaremos perdidos individual y colectivamente. Y aquí es donde entra Jesús. Su trabajo de volver a crear el cosmos entero empieza con volver a crearnos a nosotros.

Un mundo sin Dios es el infierno. Un mundo con él es el cielo. Haga su elección. Contemple y laméntese. Aprenda y ame. Predique la palabra, cuando toque y cuando no… ¡y pongamos el mundo del revés

David Robertson, director asociado de Solas – CPC y editor independiente de la revista Solas.

Este artículo se ha publicado con el permiso de la revista Solas, que se publica trimestralmente en el Reino Unido. Haga clic aquí para obtener más información o suscribirse.

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